La vuelta a la mesa de diálogo sería a finales del próximo mes, pero se desconocen los detalles que han permitido el aparente desbloqueo de la situación
Final positivo para un impasse inquietante. Cuatro meses después de la llegada al Gobierno iraní del rigorista Ibrahim Raisi, casi el mismo tiempo que ha pasado desde la última ronda de negociación entre la mayoría de firmantes del comatoso acuerdo nuclear, a fin de revivirlo, Irán ha anunciado que volverá a la mesa de diálogo. Lo hará a finales del próximo mes de noviembre. Pero siguen sin conocerse los detalles que han permitido el aparente desbloqueo de la situación, culminado hoy en Bruselas.
Allí se reunió este miércoles el jefe negociador iraní, Ali Bagheri Kani, con el español Enrique Mora, mano derecha de Josep Borrell y ejecutor de los esfuerzos europeos por mediar entre Teherán y Washington, cuya Administración anterior se retiró del pacto atómico. La decisión del ex presidente Donald Trump de reimponer sanciones provocó que Irán respondiese reemprendiendo su actividad de enriquecimiento de uranio, en una escalada de tensión mutua que puso en peligro a toda la región.
Con la llegada de Joe Biden al Gobierno se generaron nuevas expectativas, embrutecidas por el rechazo de EEUU a aliviar las sanciones en plena pandemia y el incremento de la beligerancia de Irán, enzarzada en un nuevo toma y daca encubierto con Israel. La situación tomó otro cáliz el pasado marzo, cuando Irán y el resto de firmantes del acuerdo, entre ellos Rusia, China y tres países de la UE, volvieron a dialogar para evitar el hundimiento del acuerdo sellado en 2015. EEUU estuvo presente indirectamente.
Los resultados positivos que obtuvo el Ejecutivo del centrista Hasan Rohani, en las seis rondas de conversaciones realizadas, quedaron sepultados por los planes de los nuevos hombres fuertes en Teherán, quienes, con Raisi al frente, ganaron los comicios presidenciales de junio. A partir de entonces se abrió un período de fuertes discusiones internas, protagonizadas por figuras con un discurso más crítico con Occidente que el del anterior Gobierno, para consensuar una nueva postura negociadora.
Varias razones explican el largo período que ha pasado sin diálogo nuclear. Irán ha dado muestras de tener menos apetito que antes de comprometerse con Occidente, y de preferir un acercamiento a Rusia o China, que, pese a las sanciones, sigue importando cierto volumen de petróleo. Pero, según el Think Tank Quincy Institute, “Joe Biden se negó a comprometerse a mantener levantadas las sanciones contra Irán por el resto de su mandato, incluso si Irán se reincorpora y cumple con el acuerdo nuclear”.
Sea como fuere, la desconfianza máxima ha dominado estos últimos meses, en los que Irán ha enriquecido uranio al 60% -una bomba atómica requeriría hacerlo al 90%-, ganando una experiencia científica que ha preocupado a otros países, y Washington ha advertido que está “preparada para recurrir a otras opciones si Irán no cambia el curso”. Tras el diálogo de este miércoles en Bruselas, que Bagheri Kani ha definido como “serio y constructivo”, se abre un nuevo escenario para esta difícil relación.
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