La delicada situación epidemiológica obliga a presionar al 37% no vacunado, que tendrá que presentar un test negativo para usar el transporte público y acceder a su puesto de trabajo
Alemania se prepara para el confinamiento de facto de los ciudadanos no vacunados. La situación epidemiológica se ha agravando tanto en las últimas semanas que hasta los partidos que negocian el futuro Gobierno han cedido a la evidencia y pasado de la tolerancia a las restricciones. El cambio de rumbo tendrá forma de ley el próximo jueves, cuando el Bundestag vote la reforma de la Ley de Infecciones que presentarán el Partido Socialdemócrata (SPD), los verdes y los liberales del FDP, casi de manera simultánea a la reunión que la canciller en funciones, Angela Merkel, celebre con los ministros presidentes de los estados federados.
Los verdes aspiran a que la nueva ley incluya la vacunación obligatoria de ciertos grupos profesionales, entre ellos el sanitario, trabajadores en residencias de ancianos y cuidadores en guarderías, pero el SPD y especialmente los del FDP mantienen reservas. Imponer la vacunación supondría un ataque a los derechos individuales, incluso en tiempos de pandemia que obligan a velar por la salud pública.
La norma que se aprobará el jueves regulará, sobre todo, la vida social. Algunos estados federados como Baviera, Berlín, Turingia y Sajonia, muy golpeados por lo que en Alemania es la cuarta ola, ya han comenzado a aplicarlas. El día a día de los no vacunados, que siguen siendo casi el 37% de la población, será a partir de ahora incómoda. Nadie les obligará a vacunarse, pero sí se les pedirá un test negativo para usar el transporte público, y acceder a su puesto de trabajo. Sólo podrán entrar sin requisitos a supermercados y farmacias.
Para el resto de espacios públicos, se impondrá con carácter preferente la llamada regla 2G, referida a vacunados y personas que hayan superado la enfermedad. Sólo estos podrán seguir una vida normal, aunque teatros, cines o restaurantes podrán solicitar la 2G, es decir, obligar a vacunados y sanados, en tanto que posibles transmisores del virus, un test negativo adicional.
Para el presidente de la Asociación Médica Mundial, el alemán Frank Ulrich Montgomery, estas medidas llegan tarde.
“HAY QUE TOMAR MEDIDAS DRÁSTICAS”
“Los políticos han fallado en palabras y en acciones en muchos lugares”, afirmó Montgomery en una línea muy similar a la de la presidenta del sindicato alemán de médicos Marburger Bund, Susanne Johna. “Nadie podrá decir que han faltado advertencias desde el sector de la ciencia”. “Podríamos habernos preparado mucho mejor”, afirmó la doctora, corresponsabilizando a los políticos de una situación que se va de las manos.
“Las medidas contra el virus mortal han sido demasiado tardías, demasiado tibias, demasiado diferentes. A la cacofonía de los primeros ministros se unió el ruido de la libertad partidista que prometía un concepto de libertad completamente falso”, declaró Montgomery y añadió que los que dicen ‘no a la vacunación obligatoria y nunca más al encierro’ no han entendido “la epidemiología del virus y simplemente le hacen el juego”, añadió.
Las autoridades sanitarias de Alemania notificaron 23.607 nuevos contagios de coronavirus en las últimas 24 horas. Desde el comienzo de la pandemia, el RKI ha contabilizado 5.045.076 casos, mientras que el número de muertos a causa de una infección probada por Sars-CoV-2 o relacionada con ella ascendió a 97.715. La incidencia es ahora de 303 casos por cada 100.000 habitantes, informó el Instituto Robert Koch (RKI).
Para Montgomery, el mapa epidemiológico que presenta Alemania no deja alternativa. “Hay que tomar medidas drásticas e incrementar significativamente la presión sobre los no vacunados”. A su juicio, la vacunación “deber ser obligatoria para todos aquellos que deben dar garantías de protección a terceros en residencias de ancianos, hospitales o en las escuelas”. “Quien no esté de acuerdo, no podrá trabajar allí”, sostuvo.
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