noviembre 23, 2024

Von der Leyen propone un embargo total al petróleo de Rusia: “No será fácil, pero tenemos que hacerlo”

El veto al hidrocarburo sería progresivo hasta hacerse efectivo a final de año; las sanciones golpean también al mayor banco ruso y a los mandos militares responsables de las matanzas de Bucha y el asedio a Mariupol

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha anunciado este miércoles el primer gran golpe energético de la UE contra el régimen de Vladímir Putin: “Hoy propondremos prohibir todo el petróleo ruso en Europa”, ha arrancado en una intervención en el Parlamento Europeo, interrumpida por el aplauso de los eurodiputados. El plan del Ejecutivo comunitario supondrá un embargo “progresivo” que implica el corte de los suministros de crudo en seis meses y el de los productos refinados para finales de año.

El embargo aún ha de ser aprobado por unanimidad en el Consejo (el órgano que representa a los Gobiernos de los Veintisiete), una tarea que no será fácil: la primera jornada de la negociación ha acabado este miércoles sin acuerdo y con las capitales divididas en torno a las exenciones temporales que reclaman algunos países, capitaneados por Hungría.

En su discurso, Von der Leyen también ha avanzado más detalles del sexto paquete de represalias de la UE, cuyo contenido aún no es público. Bruselas pretende expulsar a Sberbank, la mayor entidad financiera de Rusia, con un 37% del mercado, y a otros dos bancos del sistema SWIFT de transacciones internacionales.

Las medidas también incluirán en la lista negra de la UE, que ya supera el millar de nombres, a mandos militares responsables de las matanzas de Bucha y del asedio a Mariupol. Y buscan prohibir las emisiones en la UE de tres grandes canales de televisión rusos de titularidad pública, que Von der Leyen ha definido como “portavoces que amplifican las mentiras y la propaganda de Putin de forma agresiva”.

La intervención de Von der Leyen ha comenzado a primera hora del miércoles en Estrasburgo, justo cuando los embajadores de los Veintisiete se citaban en Bruselas para iniciar la negociación final del paquete, que podría incluso ser bloqueado por algún socio comunitario. El primer tira y afloja ha evidenciado que será una discusión intensa y que pude durar varios días hasta limar flecos, reticencias y asperezas de diversos Estados miembros que han reclamado más tiempo para desenchufarse del petróleo ruso, como Hungría y Eslovaquia.

Las discusiones del quinto paquete de sanciones, que incluía el primer golpe energético a Rusia con un veto a las importaciones de carbón, un sector raquítico comparado con el petróleo, fue ya un aviso de que la UE se adentraba en un territorio pantanoso en el que cada vez cuesta más mantener afinada la orquesta comunitaria: su aprobación requirió también un pulso de varios días.

Fuentes comunitarias creen que la presión es elevada para alcanzar el acuerdo, que podría llegar a finales de esta semana, y destacan la actitud “constructiva” de Hungría. Pero el primer asalto de la negociación ha concluido a media tarde del miércoles sin un pacto. Los embajadores se han emplazado a consultar con sus Gobiernos para seguir ajustando el texto el jueves, según indican fuentes diplomáticas.

El punto más conflictivo se encuentra en el margen temporal que reclaman varios países. “No hay nada decidido”, asegura una fuente diplomática de alto rango. La propuesta esbozada por la Comisión incluye una transición más larga de 20 meses (hasta el final de 2023) para Hungría y Eslovaquia, según ha adelantado Politico, y confirman a EL PAÍS fuentes diplomáticas, pero ya hay otros Estados miembros que se han sumado a las peticiones y reclaman un trato específico similar, como Bulgaria y República Checa.

Amenaza de veto húngaro

Mientras los países negocian, Hungría amenaza con vetar el acuerdo. El ministro de Exteriores de Hungría, Peter Szijjarto, ha asegurado que no apoyará la propuesta “en su forma actual” ya que “destruiría totalmente la seguridad energética” de su país y ha reclamado un plazo que se extienda más allá del final de 2023. “No es una cuestión de falta de voluntad o de calendario, sino simplemente la realidad física, geográfica y de infraestructuras”, ha asegurado en un vídeo colgado en Facebook. “No vemos ningún plan o garantía sobre cómo podría gestionarse una transición en las propuestas actuales”, ha añadido Zoltan Kovacs, portavoz de asuntos internacionales del Gobierno de Viktor Orbán, en sintonía con Moscú desde hace años.

El ministro de Economía de Eslovaquia, Richard Sulik, ha incidido en esta misma idea, al reclamar un periodo transitorio de tres años, según ha recogido Reuters. El grupo energético húngaro MOL, también propietario de Slovnaft, compañía que se encarga de refinar el crudo ruso en Eslovaquia, aseguró la semana pasada que se tardaría “entre dos y cuatro años” en alcanzar el nivel de producción necesario para abastecer a la región, lo que indica por dónde podrían ir las negociaciones.

República Checa ha expresado también este miércoles interés en ser tocado por la varita comunitaria de las exenciones temporales. “Estamos negociando para obtener un aplazamiento”, ha explicado Petr Fiala, primer ministro checo

Tanto Budapest, como Praga y Bratislava cuentan con características similares: los tres pertenecen al bloque del Este, tienen una alta dependencia del crudo ruso a través del oleoducto Druzhba (”amistad” en ruso), una de las mayores redes energéticas del mundo, que data de la era soviética. Ninguno de los tres cuenta con salida al mar, lo que complica aún más la entrada de fuentes alternativas a los conductos que bombean desde Rusia.

A este bloque se ha sumado también Bulgaria. Desde Sofía, el viceprimer ministro búlgaro, Assen Vassilev, ha asegurado este miércoles en una entrevista que si hay una posición común de los Veintisiete, obtendría su respaldo. “Pero si hay excepciones, ejerceremos nuestro derecho a utilizar la misma excepción”, ha dicho en una entrevista a un diario económico búlgaro.

El batiburrillo de reclamaciones amenaza con descarrilar el paquete y llevarse por delante la unidad europea. Una fuente diplomática con acceso a las negociaciones asegura que el debate del miércoles ha sido “duro”, pero deja claro que su país, uno de los más beligerantes contra la invasión rusa y partidario de un embargo inmediato, apoya las medidas, a pesar de las exenciones: “Los periodos de transición propuestos por la Comisión son demasiado largos, pero por el espíritu de compromiso estaríamos de acuerdo”, indica.

Fuentes comunitarias confían en que se mantenga ese espíritu armonioso que ha marcado el compás en Bruselas desde que comenzaron las represalias económicas contra Moscú, con un texto final que proponga un veto al petróleo ruso con un par de excepciones, no más. Pero estas fuentes también temen que el goteo de peticiones acaben por recoser un paquete parcheado con diversas soluciones a medida que muestren las grietas entre los Veintisiete.

“No será fácil, porque algunos Estados miembros dependen en gran medida del petróleo ruso. Pero simplemente tenemos que hacerlo”, ha asegurado Von der Leyen sobre el embargo ante la Eurocámara. La presidenta del Ejecutivo comunitario ha explicado que su propuesta implica “una prohibición total de la importación de todo el petróleo ruso, marítimo y por oleoducto, crudo y refinado”. Las importaciones de crudo ruso suponen en torno al 25% del suministro a la UE desde el extranjero y su factura asciende a 48.000 millones de euros. Si a esto se le suman los productos derivados del petróleo, la cifra alcanza casi los 75.000 millones, según Eurostat.

La jefa del Ejecutivo comunitario ha reconocido que este cortocircuito energético ha de ser ejecutado “de manera ordenada” para asegurar suministros alternativos y minimizar el impacto en los mercados globales, tratando de evitar una espiral inflacionista que se lleve por delante las economías. “Maximizamos la presión sobre Rusia, y al mismo tiempo minimizamos los daños colaterales para nosotros y nuestros socios en todo el mundo”, ha señalado.

“Putin debe pagar por su agresión brutal”, ha dicho Von der Leyen en un discurso pronunciado en inglés con tintes en ocasiones emotivos. “Queremos que Ucrania gane esta guerra”, ha subrayado también. Y ha concluido sus palabras con un “¡Slava Ucrania! [gloria a Ucrania] ¡Y larga vida a Europa!”.