La consolidación de acuerdos que garanticen inversión privada y disposición gubernamental favorece al posicionamiento de México como uno de los lugares con mayor potencia en energías sostenibles.
El presidente López Obrador presentó un decálogo de energía limpia en el Foro de las Principales Economías sobre Energía y Acción Climática (MEF, por sus siglas en inglés). El mandatario destacó tres iniciativas en la materia: el acuerdo con 17 empresas estadounidenses para la generación de 1,854 Megawatts de energía solar y eólica; la posible construcción de parques solares en la frontera norte (iniciando con un parque solar fotovoltaico con una capacidad de generación de 1,000 Megawatts en Puerto Peñasco, Sonora); y la inversión de 2,000 millones de dólares para reducir el 98% de las emisiones de gas metano de Pemex.
Si bien esta decisión abona, en cierta forma, a reducir la incertidumbre política en el sector, una pregunta se encuentra en el aire, ¿por qué ahora?
De forma nacional e internacional hubo cuestionamientos y dudas sobre la relevancia del tema para el gobierno mexicano: durante los encuentros que el presidente tuvo con el enviado especial de Estados Unidos para el clima, John Kerry, el fomento a las energías limpias y la descarbonización de los procesos eran una preocupación latente para el gobierno estadunidense. También, diversos expertos, y gremios, como la Asociación Mexicana de Energía Eólica (AMDEE) expresaron su preocupación en torno a la poca inversión a las energías limpias en este sexenio.
Sin embargo, la consolidación de acuerdos que garanticen la inversión privada y la disposición gubernamental favorece al posicionamiento de México como uno de los lugares más atractivos y con mayor potencia en energías sostenibles, siendo México uno de los cinco territorios a nivel mundial más privilegiados en radiación solar (con una media anual de 6.36 kWh/m2). La lucha global contra el cambio climático y las posibles nuevas inversiones generarían un impacto positivo y palpable tanto en las finanzas públicas y en el consumidor final.
Una mayor penetración de energías sostenibles impacta directamente en los precios de la electricidad (de uso industrial y doméstico) lo que deriva también en un respiro a las finanzas públicas, donde, por ejemplo, en el Presupuesto 2022, 73,000 mdp fueron destinados a subsidios eléctricos, siendo el cuarto programa de subsidio más grande de todo el PEF. La redistribución de este recurso podría favorecer programas sociales, proyectos de infraestructura u otros rubros de interés para esta administración.
Hablar de eficiencia y transición energética representa un problema por sí mismo, tanto a nivel nacional como internacional. Hoy en día las políticas industriales y económicas deberían ser motivo de análisis, mas no de conflicto. La priorización de escenarios verdes, con esquemas energéticos basados en energías limpias, son el punto de partida para combatir los desafíos en materia ambiental y de bienestar social.
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