Hace unas horas el periódico británico Financial Times publicó una noticia sobre lo que suponemos que va a ser la estrategia política de la UE hacia China en los próximos años.
Citan un documento interno de la UE (que tienen a su disposición) que aconseja a los países de la Unión a endurecer su actitud con China y ver al país como un competidor total.
El documento está redactado para ministros de exteriores de los países de la UE, es de 5 páginas y, según FT, solo un párrafo está dedicado a una posible cooperación: en áreas del cambio climático, el medio ambiente y la salud. Para todo lo demás, competidor total. Hasta ahora China era oficialmente considerada como ‘socio-competidor y rival sistémico’, pero desde que Estados Unidos inició su guerra económica y diplomática contra China, primero con Trump y ahora con Biden, sorprendentemente ese enfoque perdió vigencia.
No parece casual, no. Parece que se está preparando el terreno para convertir a China en un nuevo espantapájaros, mayor de lo que ha sido hasta el día de hoy. Un espantapájaros que, como recordamos, no ha estado en guerra con nadie en las últimas 6 décadas, no ha impuesto a nadie sus políticas, salvo el concepto de una sola China (que tampoco es que se lo va imponiendo al mundo por la fuerza, simplemente es una condición para tener relaciones diplomáticas), pero que pese a todo ello es el desafío para la OTAN (desde su última cumbre en Madrid) y parece que oficialmente lo será también para la UE.
Podría verse como una especie de acelerador, pero en realidad el frenesí antichino tiene ya años, la Casa Blanca lo impulsó en la época de Trump, lo profundizó con Biden, y sus fieles aliados parecen seguir sus pasos. Y es lo que hay que tener en cuenta siempre, siempre que se habla de China, de sus relaciones con países occidentales y de su política exterior, porque si China llega a responder, que no nos pille desinformados.
Desde 2018, sanciones a Huawei, líder mundial de la tecnología 5G y de las redes de telecomunicaciones, sanciones a grandes compañías de telecomunicaciones chinas, todo bajo acusaciones de supuesto espionaje, detención en Canadá de una de las ejecutivas de Huawei por presunto fraude, un reciente decreto que impide a profesionales con ciudadanía de EEUU trabajar en empresas chinas especializadas en la fabricación de semiconductores. Eso solo si hablamos de los intentos de dinamitar la economía china y solo una parte de todos los paquetes de medidas.
Esos esfuerzos van de la mano con un progresivo cerco militar. La alianza AUKUS, una suerte de la OTAN anti china, que se estableció en 2021 y prevé dotar la flota australiana de submarinos nucleares que estarían en la zona de Indo Pacífico.
La reciente visita de Nancy Pelosi a Taiwán, otra provocación geopolítica que desde Washington pretendieron disfrazar de algo rutinario que ya había sucedido en otras ocasiones, pero que claramente es una manifestación de intenciones: las de alejarse de la política de una sola China que estaba vigente desde 1979.
Unas semanas después de esa visita de Pelosi a Taipéi, la administración Biden aprobó la venta de armamento a Taiwán por valor de 1100 millones de dólares. Hace un mes la comisión de Asuntos Exteriores del Senado dio el visto bueno a una nueva ley sobre la política respecto a Taiwán (Taiwán Policy Act). ¿Qué creéis que incluye esa ley?
Integrar la isla en la OTAN en calidad de Aliado Mayor Extra OTAN (eso supone ejercicios militares conjuntos, créditos para el armamento, y hasta la instalación de “elementos militares de la OTAN” en el territorio del aliado mayor) y concederle unos 4.500 millones de dólares de ayuda militar durante cuatro años. Si bien la ley aún tiene que ser aprobada por el pleno del Senado y luego por la Cámara de Representantes, tanto demócratas como republicanos parecen coincidir en sus opiniones.
En particular, en el sudeste asiático. Y no le está yendo nada mal. Le Monde Diplomatique cita al economista estadounidense, David Dollar (gran apellido) que afirma que si bien en 2012 EEUU era el mayor mercado para los productos chinos, ahora, 10 años después, está siendo totalmente sustituido por los países de la Asociación Económica Integral Regional que es el mayor tratado de libre comercio existente a nivel global que agrupa a países como Vietnam, Malasia, Singapur, Tailandia, además de la propia China o Corea del Sur o Japón. Y es tan grande su intercambio comercial con China que según ese experto, la habitual política de Washington de presiones (lo de ‘si sigues con ellos, no podrás estar con nosotros’) no funciona en este caso.
En el plano diplomático, China se está aliando también con países de Asia Central. Kazajistán, Uzbekistán, Kirguistán, Tayikistán… Los países postsoviéticos en los que China está intentando disputar la influencia de Rusia, por cierto.
A principios de septiembre se celebró la cumbre de la Organización de Shanghái, que reúne a esas cuatro repúblicas, a Rusia, China, la India y Pakistán como miembros permanentes y a Azerbaiyán, Armenia, Turquía, Mongolia y otros en calidad de observadores. Nombro tantas organizaciones y alianzas porque estas son, para China, la manifestación de un nuevo orden internacional, libre de dominación occidental, que China, lógicamente, intenta construir.
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