El emperador de México murió ejecutado el 19 de junio de 1867
Sin duda alguna, el Segundo Imperio de México, ha sido una de las etapas que más ha llamado la atención de la historia de México. Y es que fue durante este periodo que llegó a gobernar el país un archiduque austriaco: Maximiliano de Habsburgo.
Maximiliano llegó al país con engaños, pues un grupo de conservadores mexicanos, que estaban enemistados con el presidente Benito Juárez, con quien habían peleado la Guerra de Reforma, también conocida como la Guerra de los Tres Años, fueron a verlo hasta el Castillo de Miramar, en Trieste, Italia, donde vivía con su esposa Carlota, para decirle que los mexicanos querían que los gobernara. Algo que no era cierto.
Además, Napoleón III, quien le ofreció el Imperio, solo lo vio como un “títere” al que podía mover a su gusto. El final de Maximiliano de Habsburgo en México no fue el mejor, pues el 19 de junio de 1867, murió fusilado, luego de ser capturado en Querétaro.
Y es que el emperador, al llegar a México, contó con el apoyo de varias personas, por ejemplo, los mismos conservadores que habían ido a buscarlo hasta su castillo para convencerlo de que los mexicanos querían ser gobernador por él, sin embargo, estando en México, Maximiliano tomó por buenas algunas leyes que había creado Juárez, de corte liberal, como las Leyes de Reforma, con las cuales le quitaba sus beneficios a ellos y a la Iglesia, lo que provocó que no lo apoyaran más.
Además, a su llegada a México, el emperador también fue apoyado por los franceses, pues había sido el mismo Napoleón III quien le había otorgado el poder en el país, sin embargo, luego de que terminara la Guerra de Secesión en Estados Unidos, en 1865, los estadounidenses le exigieron a Napoleón III que retirara sus tropas del territorio mexicano, algo a lo que accedió Napoleón III, por lo que Maximiliano quedó solo.
Durante el otoño e invierno de 1866, el emperador austriaco se había retirado a Orizaba con las pocas pertenencias personales que tenía. Pensaba en abdicar y regresar a Europa, y pasó el otoño con el que fuera su pasatiempo favorito: cazar mariposas, mientras esperaba embarcarse en Veracruz. Sin embargo, no abdicó, pues fue su misma familia quien le dijo que no lo hiciera, pos el honor del apellido que llevaba consigo.
Maximiliano de Habsburgo finalmente se fue a Querétaro, en donde fue sitiado junto a los pocos hombres que aún lo apoyaban. Finalmente, Maximiliano de Habsburgo se terminó rindiendo, y entregando su espada al general Mariano Escobedo.
Tras esto, Maximiliano y sus generales conservadores, Miguel Miramón y Tomás Mejía, fueron juzgados en Gran Teatro Iturbide de Querétaro, en donde fueron condenados a muerte por la Ley del 25 de enero de 1862, que condenaba a muerte a todo aquel que intentara contra la independencia nacional.
Fue así que, el 19 de junio de 1867, Maximiliano, junto a sus dos generales conservadores, fueron fusilados por la mañana, en el Cerro de las Campanas, en Querétaro. Cabe destacar que en la actualidad hay una capilla que recuerda el hecho.
Existe una fotografía que, se dice, fue tomada a Maximiliano de Habsburgo en sus últimos días de vida, cuando se encontraba sitiado en Querétaro. Fue la última foto que se le tomó al emperador con vida. En ella luce muy delgado, se ve desalineado, sucio y la barba, que regularmente tenía muy bien adornada, luce dispareja y descuidada. También se le ve con un sombrero de ala ancha, en su traje lleva medallas y usa botas.
Se dice que la delgadez que es notoria en la fotografía, se debe a que sufría de grave disentería en ese momento.
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